ACTO INTERRELIGIOSO POR LA ACOGIDA Y LA PAZ
2 de junio de 2016, Mezquita Central de Madrid
Mea culpa de las religiones en la transmisión de valores de paz y acogida
Es cierto. A lo largo de la historia, en numerosas ocasiones, algunos miembros e instituciones de las distintas religiones no siempre hemos sabido resolver o evitar los conflictos. En nombre de la religión se han justificado guerras y barbaries, se han fomentado odios o simplemente no se ha hecho lo necesario por evitar tales conflictos. No siempre hemos sabido ser portadores de paz, no siempre hemos sabido acoger a los que eran distintos a nosotros, a los que pensaban de forma diferente. La religión mal entendida y mal vivida, el miedo y el rechazo a lo desconocido, los prejuicios y la soberbia de creerse dueño y poseedor de la única verdad nos han llevado a veces a ver a ese otro que es diferente a nosotros como un enemigo en vez de un hermano.
Sin embargo, cada guerra, cada conflicto, cada dolor se puede transformar en un sustrato de aprendizaje. La familia humana ha atravesado distintas etapas y tenemos en nuestras manos aprender de los errores del pasado y trabajar para que no vuelvan a repetirse. Podemos hacer las cosas de una forma nueva.
El cambio, tanto social como personal, tiene que darse también en nosotros mismos. Las religiones contribuyen a transformar el interior del ser humano, ayudándole a superar su egoísmo, sus rencores, a perdonar, a parecerse más a Dios, compasivo y misericordioso. Y precisamente por eso, el fruto de una fe adulta y madura es el compromiso con el bien del prójimo, el compromiso con la búsqueda de una sociedad más justa y pacífica.
A pesar de nuestros errores pasados, hoy tenemos en nuestras manos la oportunidad de vencer las barreras que nos impiden acercarnos al otro, conocerle y acogerle tal y como es. La respuesta a ciertas reacciones violentas es el diálogo, la escucha y el conocimiento mutuo. De este modo, es posible dejar de ver al otro como un extraño y entender que, más allá de toda diversidad de expresión cultural e interpretación humana, somos eslabones de una misma cadena. Somos parte de una misma familia humana que tiene su riqueza en su diversidad y pluralidad. Unidos podemos superar los prejuicios y convivir pacíficamente. Es nuestra responsabilidad y nuestro deseo trabajar por ello.
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